Resumen anual

Uno se acostumbra a vivir en la comodidad, en la opulencia, el bienestar y la alegría infinita. Uno vive en racha y las rachas no tienen por qué terminar, ni con una pandemia de por medio.
Los que nacemos con estrella tenemos una visión diferente de la vida, vemos las cosas a nuestra manera, barremos para casa. Pensamos que las canciones nos las cantan a nosotros, nos damos por aludidos con cualquier mirada, creemos que el amanecer espera a que lleguemos.
Una vez fui al Café del Mar, al esconderse el sol todos empezaron a aplaudir, me perdí el anochecer mirándoles a todos, pero sentí que el aplauso era para mí.
Porque soy ese que no necesita correr para coger el autobús, el que vaya para donde vaya tiene el viento a favor, soy al que le dejan entrar en las tiendas justo antes de cerrar.
Soy el que coge la mandarina más dulce del cesto, al que le traen el solomillo tal cual lo pidió, al que le toca el trozo más grande de la tarta.
Soy al que no se le salen los pies por debajo de la manta, el que siempre encuentra ropa de su talla, soy el que elije la cola rápida en el super.
Soy al que le sonríe la dependienta del Zara, el que se pone en la portería donde su equipo mete los goles, soy el que gana los sorteos en Instagram.
Soy el que hace los bizcochos a ojo y le salen perfectos, el que está en los sitios cuando hay que estar, soy el que sale del bar justo antes de que haya redada.
Soy el que acierta la contraseña del mail a la primera, el que aparca en la puerta, soy el de los semáforos en verde, el de la bici más rápida, el del camello que gana, el de los dúplex al mus.
Soy un tipo con suerte y a mi una pandemia de nada no me va a hacer cambiar.

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Humarketing

Me manda mi amigo Iban un vídeo en el que explican el término “humarketing”, que para los que no sepáis inglés es la mezcla entre humano y marketing. Igual es que yo no había entendido bien el concepto marketing sin la parte humana.
Me interesa mucho el marketing, sobre todo por la parte creativa y la de aplicar conceptos simples a grandes acciones. Lo que viene siendo explicar las cosas para tontos (como yo).
Sigo por redes sociales y aprendo mucho de mis admirados Manuel @nuvional y Lucas @calvoconbarba . Lo que más me gusta de ellos es la facilidad que tienen para hacer llegar sus mensajes, en definitiva, la facilidad de trasmitir. Aquí el término humano vuelve a estar presente, no se puede trasmitir bien sin un emisor y un receptor.
Volviendo al vídeo, el mensaje que me deja o que yo interpreto es la importancia de el equipo humano y es aquí donde veo la piedra en mi camino, porque solo se centra en el trabajador. Llevo muchos años dirigiendo equipos (personal), dando charlas, cursos e intentando que entiendan que ante todo tienen que ser personas, con sus fallos, sus puntos fuertes, sus imperfecciones y sus días redondos. Intentando que sean humanos.
¿Cuál es la piedra en el camino? La falta de conexión entre el emisor y el receptor.
Si uno de los dos no quiere o no tiene el día, no hay humanidad que lo soporte.
Hoy en día vamos a los bares y restaurantes a vivir experiencias y es ahí donde nos equivocamos. Al bar se va a muchas cosas y una de ellas puede que sea vivir una experiencia, pero no la única.
Quizás a Mugaritz o a Diverxo sí vayamos a eso, a comer, beber, que nos sorprendan, a vivir una experiencia diferente. Pero en el día a día nos olvidamos de disfrutar, que no todos somos Andonis ni Davizes, que la predisposición del receptor tiene que ser abierta, humana, igual que la del emisor, para que haya una conexión y la comida, la caña o el pincho de tortilla nos sepa a gloria.
Hay que ir a los sitios a disfrutar, tanto si eres el cliente como si eres el trabajador, así todos estaremos contentos y se iniciará el famoso boca a boca, el marketing (humano) más rentable del mercado.
#herreconsultoría
En la foto una focaccia que no viene a cuento.

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Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera.

Miguel Delibes lo resume perfectamente en la primera frase de “El Camino”:
«Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así».
Creo que nuestro mayor poder está en la capacidad de adaptación que tenemos, lo hicimos al quedarnos encerrados en casa y al perder derechos fundamentales.
Nos hemos adaptado a vivir a distancia, a las mascarillas, al miedo a contagiarnos.
Y nos adaptaremos a lo que venga e incluso olvidaremos lo que está pasando.
Estoy harto de mequetrefes, negativos, señaladores que solo ven la paja en el ojo ajeno e insultadores. Lo que hacen falta son ideas, gente positiva, lo fácil es criticar qué mal lo hacen los demás y no aportar nada, y para eso, ya tenemos a los políticos.
Todo podría seguir como antes o no, pero las cosas sucedieron así y es lo que hay.
Es como si se te termina ese queso tan rico que te regalaron. Podías haber guardado algo, haber comido menos, podías no haberlo compartido e incluso podrías comprarte otro, pero sucedió así. 

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Los calcetines, la zodiac, la caña de pescar, etc…

Esta mañana he ido al Decathlon y me he comprado estos calcetines, tres pares por tres euros. Entiendo que tendrán la obsolescencia programada para dentro de muy poquito o tal vez no sean compatibles con mis pies, la verdad es que no creo que me duren mucho.
El caso es que solo he comprado los calcetines pero me he quedado con las ganas de comprar dos bicicletas, un juego de bolas de petanca, gafas de bucear, arco y flechas, un traje de neopreno para nadar, una diana de dardos con 20 juegos diferentes y pantalla digital, una camiseta de los All Blacks, una mesa de ping-pong, una piragua sencilla y otra doble, botas de esquiar, cuerdas de alpinismo, un pádel surf, pantalones y chaleco de caza, bebidas energéticas, patines en línea, un poncho para hacer el camino de Santiago, una zodiac, un tarro de bálsamo de tigre, varias revistas y un libro «La mente del deportista», dos o tres linternas, una esterilla de yoga, una tienda de campaña para 10 personas, correas de TRX, un juego de pesas, un hornillo con sus bombonas, cantimploras de todos los colores, una bolsa de palos de golf, una fiambrera completa, caña de pescar, calcetines de: trekking, running, pádel, tenis, CrossFit, travesía y senderismo, un colchón hinchable, una nevera de 25 litros y hasta he mirado un chandal, pero de lejos.
Iba con la bici, si llego a ir en coche me lo llevo todo. Tengo que volver porque me he quedado con ganas de preguntar cuánto cuesta el caballo.
¿Y las ganas que te entran allí dentro de hacer deporte o de quedarte a pasar el día?
¡Qué maravilla!

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Caña y Bravas.

Es una mañana de miércoles en Donosti o mejor aún, en el Antiguo, porque los del antiguo cruzan el túnel para ir a Donosti.
Son las 12 del mediodía y he pedido una caña y una de bravas, la terraza está medio vacía, solo hay tres jubilados en la mesa de al lado tomando un vino.
Hablan sobre números 1 en estudios superiores y de las dificultades que tienen algunos de ellos para llevar una vida «normal». Buenos puestos de trabajo y poca o escasa facilidad para gestionar amistades, afectos, amores, etc.
La carretera está a unos cuatro metros de distancia pero el lugar es tan perfecto que el sonido de los pájaros puede con el de los coches.
Es una suerte de edificio de tres plantas que en su día estaría en las afueras y hoy aguanta estoico rodeado de viviendas altas y feas a partes iguales.
La mañana transcurre sin sobresaltos aquí, quitando la sirena de una ambulancia y la llegada de una furgoneta cargada de verduras, huevos y cajas de pollos.
Por momentos el viento es fresco, en este verano de temperaturas más acordes de esta zona que otros años. Donde salir sin un por si acaso es casi imposible y dormir tapado vuelve a ser lo más habitual.
Es una mañana cualquiera de miércoles en un bar de barrio con pretensiones de llenar, agradar y que sea rentable, sin engañar. Si no echan reducción de módena a las ensaladas seguro que merece la pena venir a comer y si tienen tarta al whisky de postre se puede convertir en mi bar favorito.
Es ver pasar la vida con unas patatas y una cerveza, leyendo a Atxaga y dejando que pase el tiempo.

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